lunes, 30 de abril de 2012

Movimiento contra la intolerancia condena un nuevo ataque ultra en la Comunidad de Valencia


Suma y sigue en la serie de capítulos de violencia política en la Comunitat Valenciana. La última de las víctimas es Juan Ballesteros, secretario general de la agrupación socialista de Extramurs, una de las diecisiete que tiene el PSPV en la ciudad de Valencia. El dirigente local acudió ayer a primera hora a la Comisaría de Abastos a denunciar un intento de agresión por parte de un grupo de cuatro jóvenes de extrema derecha de entre 20 y 25 años. Los hechos sucedieron la noche del miércoles cuando Ballesteros se disponía a cerrar el local de la agrupación, que está situado en la calle Salvador Ferrandis Luna de la capital valenciana.
Pasaban unos minutos de la 21 horas cuando los cuatro individuos cruzaron la calle desde un bar cercano, rodearon a la víctima y empezaron a proferirle insultos, según el relato de hechos que consta en la denuncia, corroborado en declaraciones a este diario por Óscar Pardo, secretario general de l'Olivereta, que comparte local con Extramurs. "Rojo de mierda", "socialista de mierda" o "hijo de puta" fueron algunos de los insultos que profirieron para intimidar a Ballesteros, veterano militante de 65 años. En esos eternos cinco minutos hasta que consiguió zafarse del acoso, intentaron también sin éxito darle una patada y exhibieron el típico saludo fascista. "Él les comentaba que no iban a provocarle por mucho que lo insultaran", explicó ayer Pardo, quien señaló que a la hora en la que sucedió el incidente no pasaba nadie por la calle.
No le dejaban marchar pero finalmente, tras el forcejeo, pudo escapar y coger un taxi para dirigirse a su casa presa de un ataque de ansiedad. El dirigente local socialista prefirió ayer expresarse a través de su compañero porque se encontraba "muy mal psicológicamente", explicó Pardo. No es la primera vez que sufren las consecuencias de la intolerancia fascista. A principios de diciembre de 2010 la sede compartida de l'Olivereta y Extramurs estuvo a punto de arder cuando unos desconocidos lanzaron carton impregnado con líquido inflamable por la rendija del correo y le prendieron fuego. La agresión causó desperfectos materiales. Pese al acelerante del fuego, no prendió el local situado en el bajo de un bloque de 119 viviendas.
El PSPV presentó entonces, como ayer, denuncia en comisaría. Nada más se supo. La agrupación reparó los daños y repintó la fachada con el dinero que le tocó en la Lotería de Navidad. "Este nuevo ataque es más grave y peligroso porque afecta ya a personas y creo que alguien debería cumplir con su deber y tomar cartas en el asunto de una vez por todas", fue el grito de impotencia de Óscar Pardo.

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